¡FELIZ PASCUA!!!!


Hoy es el día de la luz nueva, del agua nueva. Hoy es el momento de los corazones llenos de alegría, de los ojos nuevos que todo lo ven nuevo. Hoy, con Él todos hemos resucitado a la vida. Hoy todos somos distintos porque donde antes veíamos hombres, ahora vemos hermanos. Ya no es hora de mirar atrás, sino de mirar adelante. ¡Feliz Pascua de Resurrección!

5º DOMINGO DE CUARESMA


En este Año de la Misericordia, el texto de la mujer adúltera que nos presenta el evangelio adquiere, si cabe, una fuerza aún mayor. Desde el monte de los Olivos Jesús, donde ha estado orando, llega al Templo para enseñar a cuantos le escuchen. El Señor ya es conocido y todos quieren oírlo. El hecho de que se sentara califica a Jesús como maestro, pues esa era la postura en la que se enseñaba en el templo. Por tanto, es lógico que los fariseos y letrados se dirijan a él en estos términos, aunque con tono de burla, puesto que buscan utilizar lo que diga en su contra. La reacción de Jesús es de tranquilidad, escribiendo en el suelo con el dedo, lo que nos muestra que estamos ante una persona culta, frente a la tónica general, que no sabe leer ni escribir. Jesús, en vez de poner la ley por encima de la vida de la mujer, hace hincapié en lo que la ley exige a todos. El que esté libre de culpa que tire la primera piedra. La multitud se va escabullendo, empezando por los más viejos. La conversación entre Jesús y la mujer da paso a la misericordia de Dios: tampoco yo te condeno. Pero, le recuerda la necesidad de conversión: no peques más. Así también sentimos el amor de Dios ante el que debemos responder con un cambio de vida.
Señor, haznos ofrendas de amor y conversión.

4º DOMINGO DE CUARESMA


El evangelio de este domingo nos presenta la parábola del "hijo pródigo". Al meditarla, normalmente tendemos a sentirnos más cercanos del hijo que vuelve que de aquel que se quedó en la casa del padre. Pero si lo pensamos bien, si nos parecemos a alguno, es precisamente a este último. El mayor está igual de perdido que su hermano pequeño. Basta ver cómo se dirige a su padre, "en tantos años como te sirvo" y cómo se refiere a su hermano, "ese hijo tuyo", negando así su relación con él. Si el hermano pequeño ha roto la relación físicamente, al gastar la herencia lejos, el mayor ha perdido la oportunidad de sentirse hijo y hermano. La solución tanto a un problema como al otro estriba en la misericordia del padre. Esa misericordia la ejerce tanto con uno como con el otro, y, sobre todo, tiende a devolver a su ser la relación que se había perdido. Con el primero se vuelca, recordándole e invitándole a renovar la relación de fraternidad. 

No importa lo perdidos que estemos, no importa si hemos roto la hermandad, lo que vale, lo que triunfa es el perdón y la misericordia del Padre, que renueva y fortalece, que restaura y fortifica nuestra débil condición de hermanos e hijos.





IN MEMORIAM


El pasado domingo 28 de febrero ha partido hacia el Padre Guillermo Eirís Cabeza, consiliario de los ENS (equipo 1-2) en A Coruña desde hace diez años, y en la actualidad también consiliario del equipo EDIP, aunque por su enfermedad, llevaba más de un año apartado de estas labores. En el equipo ha sido uno más, un amigo entrañable, y siempre dispuesto.
Guillermo era un hombre orgulloso de sus orígenes; nació en O Tarambollo, una aldea de la parroquia de Sofán cerca de Carballo. Tras su ordenación en 1960 se fue como misionero a Chile. Allí estuvo durante 13 años trabajando con jóvenes, familias pobres y como capellán de tropas de alta montaña. 
Fue un gran deportista: balonmano, esquí y sobre todo fútbol, destacando en Chile como medio en el equipo local de la Universidad Católica. 
Licenciado en Teología, también lo era en Filología, tanto latina como inglesa, y ejerció como profesor de instituto durante años.
En la actualidad llevaba 44 años de párroco emérito de la parroquia de S. Pio X y S. Roque de Afuera.
Nos asombraba a los que lo conocíamos y sabíamos de la gravedad de su enfermedad la entereza y ánimo que mostraba cuando lo íbamos a visita. Pensando que podíamos molestar su descanso, le preguntábamos si sentía dolor y él nos decía, “ahora que estáis aquí ya no me duele nada”. Yo, como miembro de su equipo si lo tuviera que definir en cinco palabras diría que “GUILLERMO ERA UN HOMBRE FELIZ”.

Pablo y Ana, Co-2