Ya estamos en el quinto domingo de cuaresma. Y claro,
nosotros hablando de abstinencia, de ayunos, de limosnas para los pobres, y de
ser auténticos... no fue más fácil en tiempos de las primeras comunidades. Pero
tendrán que llegar tiempos de oscuridad para que caminemos hacia la luz de la
fe.
Bueno pues enlazando con las búsquedas del hombre
encontramos este domingo a unos galileos que quieren ver a Jesús. El aviso se
lo dan Felipe y Andrés. Y Jesús desarrolla un pequeño discurso en el que
conviene que nos paremos un tiempo este fin de semana.
1.- El grano de trigo que muere para dar fruto. Habla
de sí mismo, morir para dar vida, morir para que se multiplique, morir para ser
trigo molido y pan que sacia el hambre. Morir, asumiendo que el Hijo de Dios
hecho hombre tiene que morir como todo hombre, pero su muerte adquiere para el
hombre el sentido de su propia muerte. No podemos ver a Jesús, conocerlo, si no
estamos dispuestos a…
2.- y la respuesta la da Jesús: "El que se ama a
si mismo, se pierde". Habla claro, ver a Jesús, conocerle, es asumir el
dinamismo de muerte y vida, todo por amor. Es encontrar el amor manifestado de
Dios.
3.- Responder es seguirle, asumir el discipulado, no
hacer un camino a tientas, sino, seguir al que va delante. La cruz que Jesús
carga marca el camino con una línea y conduce hasta el lugar de la
glorificación: el Calvario. Si observáis bien el texto veis que las palabras de
Jesús son un anticipo de lo que será la oración en el huerto, y es que, ya
estamos a las puertas de la pasión, y el Señor respira el olor de la traición,
ya vio pasar el gallo de la negación, asume el silencio de la huida, se
consuela en la presencia de la madre. Pero todo esto suena a glorificación, la
resurrección está iluminando, junto a la voz del Padre que la vida no se
pierde, se entrega; que el amor no desaparece, es eterno; que la sangre y el
agua del costado no es muerte, es la vida nueva.
4.- La súplica “queremos ver a Jesús” encuentra
respuesta al final “y cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos
hacia mí”. El deseo de ver a Jesús tiene su respuesta al elevar la vista, y, en
la cruz está el cordero que quita el pecado del mundo. El querer ver se
convierte en atracción, no es solo la curiosidad, sino la necesidad. Contempla
la cruz, pues en ella está la gloria.
(Juan 12,20-33)
Javier Alonso
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