Hoy comienza el año litúrgico: un ‘nuevo curso’,
en el que tenemos que seguir aprendiendo la ‘asignatura’ esencial del
cristianismo: vivir como Jesús, desde el amor.
Y lo comenzamos con el tiempo de adviento.
‘ADVIENTO’ viene de la palabra latina ‘adventum’, que significa ‘VENIDA’,
advenimiento, llegada. Aquí se refiere a la venida de Jesús: estos 4 domingos
la Iglesia nos propone un tiempo de preparación.
Y una preparación interior y profunda para dos
acontecimientos, dos ‘venidas’. Por un lado, preparación para la Fiesta de la
Navidad. Preparar nuestro corazón para celebrar estas fiestas, no como algo
meramente material, de luces y regalos, de comidas y juergas; un cristiano debe
celebrar la Navidad, sobre todo, como un acontecimiento salvador, un recuerdo
gozoso y agradecido de que Dios ‘ha puesto su tienda entre nosotros’: “Y
el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros”, la buena noticia de que
Dios está ya dentro del ser humano, es amigo, y quiere lo mejor para nosotros.
Y una preparación, para la venida de Jesús a mí, mi encuentro personal con él: y, no sólo al final de mi vida, sino cada día de una manera, a lo largo de ella. Nosotros sabemos que lo más importante para un cristiano es el encuentro personal con Jesús dentro de nuestro corazón, que Jesús vaya viviendo cada vez más a través de nosotros, que nuestra vida se parezca cada vez más a la suya.
En ese sentido es interesante ver el significado profundo, y las aplicaciones que podemos darle hoy, al símbolo que usa Jesús de ‘no dormirse’, sino ‘estar vigilantes’.
Hay mucha gente que vive dormida, anestesiada, inmovilizada, con miedo, con rutina, con gregarismo, sin pensar, sin ver, sin creatividad ni ilusión. En castellano se usa la expresión “Dormirse en los laureles”, que puede iluminar lo que Jesús no quiere: ‘nos creemos buenos’ y ¡ya está!, no hacemos nada.
Jesús quiere que dediquemos nuestra vida a ir
realizando la misión y la tarea que él empezó: vivir desde el amor, ser
felices, y contagiar esa felicidad a los demás. Para eso hay que estar
despiertos, ilusionados, creativos, solidarios, arriesgados, críticos y
conscientes.
Empecemos por convencernos de que ‘la venida’ de Jesús es, no una obligación y una carga costosa, sino una suerte, una gran oportunidad. Así la esperaremos y nos prepararemos con seriedad, ilusión y alegría: ¡nunca con miedo!
Fernando Moreno Muguruza